Los bebés tienen su propia personalidad, incluso cuando se hallan aún en el seno materno. Y sus reacciones ante la relación sexual de sus padres son variables, algunos se sienten acunados y se duermen debido al movimiento rítmico del coito y a las contracciones uterinas que siguen el orgasmo. Otros, estimulados por la actividad, se vuelven más agitados. Ambas reacciones son normales; ninguna de las dos indica que el feto se dé cuenta de lo que sucede entre sus padres o que en ese momento se produzca algún tipo de sufrimiento fetal. De hecho, a menos de que su médico le diga otra cosa, puede continuar disfrutando del sexo y de los orgasmos hasta el parto.